Somos
dos, es decir, una pareja pero también dos. Nos casamos y nos convertimos en
uno, un matrimonio pero seguimos, además, siendo dos.
Dos
enamorados de la vida, dos enamorados de lo bello, dos enamorados de lo
diferente, dos enamorados del color, de la luz, de los atardeceres, de los
amaneceres, de las montañas, de la mar, de los ríos, de los pobladores de este
increíble planeta y con ganas de, más que cambiarlo, verlo con otros ojos. Y
viendo y viendo nos vamos dando cuenta de que hay tantos planetas como personas
y que cada uno construye el suyo a su imagen y a partir de sus experiencias,
miedos, esperanzas y sobre todo A PARTIR DE SUS SUEÑOS y añoranzas.
Nosotros
no somos diferentes a todos los que nos hemos encontrado por el camino, ni a
los que dejamos atrás, con todo el dolor de nuestro corazón, solo que hemos
tomado una decisión: la decisión de que nuestros sueños sean nuestras experiencias y nuestras
añoranzas nuestros maestros para lograr sentir la plenitud de construir nuestro
propio camino y, con eso, somos o nos sentimos LAS PERSONAS MÁS AFORTUNADAS DEL PLANETA y osamos, hasta cambiarle el nombre y llamarle DAYURI: en cualquier
lugar, en cualquier sitio… allí es donde uno puede encontrarlo todo y, con
suerte, hasta a uno mismo.
Dentro
de 5 días hará un año que salimos de casa y hace poco hizo un año que nos convertimos
en uno ante la ley, así que, en teoría, seguimos de “luna de miel” y para no variar demasiado, estamos donde muchísimos decidieron pasarla: En la Riviera
Maya. Nos encontramos atrapados por sus azules y cálidas aguas, su magia, su
tranquilidad, su barrio humilde y tranquilo, su variedad de servicios y la
calidad de los mismos… hasta vamos al cine una vez por semana y la simpleza de
su gente, y simpleza para mí es un gran valor… el disfrute simple de la brisa,
el disfrute simple de la compañía en la playa, el disfrute simple de un baño en
familia… no necesitan más, ni toalla. Me gusta la cadencia lenta y sosegada de
sus movimientos y esa timidez casi infantil con la que te miran cuando, después
de casi dos meses, ya te reconocen y aceptan como parte de su trocito de playa,
su apartado de los hoteles y turistas, donde nosotros como intrusos al
principio y como unos más ahora, nos hemos ubicado casi cada día para pasar la
tarde. Todo un privilegio llegar a no distorsionar y sentirse uno más que solo
se consigue con tiempo y paciencia, todo lleva su tiempo y las cosas
importantes más.
¿Hasta
cuándo estaremos de luna de miel? No lo sabemos. Los vientos y la buena
estrella nos guían por el camino del medio y mientras eso siga siendo así,
seguiremos.
Empezamos
en Asia, en nuestro querido Himalaya y después de 8 meses por tierras asiáticas
con la mochila a cuestas, cambiamos de forma, rumbo y continente y llegamos a
América, a California. Desde allí hemos seguido con una furgoneta que es ahora
nuestra casa y con la que pretendemos seguir, rumbo sur, hasta donde lleguemos, y
si es posible, y el viento nos es favorable, hasta el fin del mundo Argentino.
Somos
muy diferentes y por eso siempre seremos dos, además de uno y es una de las
razones por las que, en ocasiones, vemos el mundo con ojos diferentes y eso es, casi
siempre, muy enriquecedor. Dani lo plasma con imágenes y yo con palabras y
esperamos que podáis disfrutar de ambas visiones y contribuya a crear la
vuestra propia que, en definitiva es la única visión con la que somos capaces
de percibir y, si nos lo proponemos, crear un mundo propio.
Te animas: ¿Cómo se llama el tuyo?