PUNDUCHERRY, MADURAI Y KANIYAKUMARY: Seguimos de templo (INDIA II)

PUNDUCHERRY

                Vimos la estatua de Ghandi en la playa con su escalerita para subir a besarle o a lo que sea, el paseo marítimo, la parte francesa muy colonial ella y… poco más, decidimos irnos de allí por donde habíamos venido porque el calor y las condiciones no acompañaban mucho para estar en un sitio que nos parecía “sin sustancia”, no hicimos ni una foto, ¿casualidad?

MADURAI

                Después de la decepción que llevamos con Punducherry (la guía, de la que ya prescindimos directamente, lo ponía genial) llegamos a Madurai un poquito a la defensiva, todo hay que decirlo y con la intención de pasar un único día para ver los templos más importantes y continuar nuestro camino hacia el sur, la punta más al sur de la India, Kaniyakumari donde, además de templos, también tendría que empezar la playita y como todo el mundo dice que las playas del sur de la India son muy chulas… Entre lo que pensábamos que nos esperaba en la siguiente parada y que no entramos al recinto de los templos porque teníamos que hacerlo descalzos, NO A LOS TEMPLOS QUE TAMPOCO ES QUE NOS EMOCIONES SINO AL RECINTO, la calle, EN INDIA, hicimos una foto de los giris descalzos porque no dábamos crédito, no os imagináis la cantidad de porquería que hay en el suelo y lo peor, que veamos, escupitajos rojos de eso que mascan cada dos por tres, NI LOCOS! Pues eso, que nos fuimos de allí en menos de lo previsto, ni un día, una mañana nos resultó suficiente porque el día anterior llegamos ya al anochecer y nos dio solamente para cenar y encontrar un hotel en el que las sábanas no parecieran un mapamundi, poco más.

KANIYAKUMARI

                Y llegamos a la punta más al sur de la India. No pudimos disfrutar mucho del lugar porque estábamos demasiado preocupados en hacer unas gestiones que teníamos pendientes a través de internet y fue bastante difícil encontrar un sitio para hacerlo. Finalmente entramos a un superhotel que tenía restaurante en la planta de arriba y que a cambio de comer y pagar más de un euro la hora pudimos usar su wi-fi en la sala de recepción donde había unos cómodos sillones y una temperatura constante de unos 18 grados, todo un lujo, vamos. Por suerte, aunque estuvimos casi 4 horas, conseguimos terminar pero estábamos tan cansados que nos fuimos al hotel donde cenamos y Dani repitió el postre, un yogur cuajada bastante bueno aunque un poco fuerte para mí.

                Por la mañana, antes de enfrascarnos en internet estuvimos dando una vuelta por el “paseo”, hay una isla con una figura gigante muy cerquita pero el agua estaba revuelta y el ferry que te llevaba parecía una batidora así que no lo cogimos. La calle de bajada al paseo está llena de tiendas frikis con todas las cosas raras que te puedas imaginar e imitaciones, bastante malas, de tecnología. Compramos un pen drive de 60 Gb que tuvimos que devolver porque no funcionaba, todo parece pero no es.

                Dormimos en un hotel de esos guays donde van los Indis ricos porque después de ver varios cuchitriles decidimos que preferíamos pagar 11 € y dormir en un sitio limpio, ¡YA ESTABA BIEN DE SUCIEDAD! Había que hacer un paréntesis.

                Así pues Kaniyakumari quedó un poco relegado por nuestras obligaciones y nuestras ganas de playita donde bañarnos cosa que allí no había, más bien yo lo definiría un sitio friki, muy fiki.